jueves, 15 de enero de 2015

ÍNDICE. CATEQUESIS DE CONFIRMACIÓN.

1. CICLO.

MI PRIMERA CATEQUESIS. 

MI SEGUNDA CATEQUESIS. 
MI TERCERA CATEQUESIS. 
MI CUARTA CATEQUESIS. 
MI QUINTA CATEQUESIS.
MI SEXTA CATEQUESIS.  
MI SÉPTIMA CATEQUESIS. 
MI OCTAVA CATEQUESIS.


2. CICLO.




 3. CICLO.


EN PDF:MIS CATEQUESIS DE CONFIRMACIÓN.

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21. https://files.acrobat.com/a/preview/1851939c-e86c-485d-8dbc-964ed39f7bb9
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CONFIRMACIÓN 8. MI OCTAVA CATEQUESIS.

EL MOSQUITO Y LA LUCIÉRNAGA.

(GASPARE GOZZI)
Una noche, el mosquito le decía a la luciérnaga:
-“Yo no creo que haya en el mundo una criatura más útil y al mismo tiempo más noble que yo. Si el hombre no fuere por naturaleza un ingrato, debería estarme eternamente agradecido; de hecho, no podría tener mejor maestra de comportamiento moral. Porque mis agudas picaduras le ofrecen la posibilidad de ejercitarse en la noble virtud de la paciencia. Y con el fin de que se sacuda de su inepto sueño, de día y de noche, en cuanto se acuesta para dormir, enseguida me ocupo de picarle ya sea en la frente, en la nariz, o en otras partes del cuerpo. También poseo en la boca una trompetilla, con la cual, a modo de guerrero, voy tocando y proclamando mis gestas. Pero tú, luciérnaga, ¿qué bien reportas al mundo?”.
Respondió la luciérnaga:
-“Amigo mío, temo que tú te equivocas al juzgar entre nosotros dos. Todo aquello que crees hacer en beneficio de los demás, en realidad lo haces pensando tan sólo en ti. Al picar a las personas, chupas su sangre, la cual te ayuda a nutrir tu vientre; y tocando la trompetilla, tratas de exaltar tu acción ante tus ojos y a la vista de los otros. En realidad sólo te quieres a ti mismo. En cuanto a mí, no tengo otras cualidades fuera de esta lucecita que arde en mi corazón. Con eso procuro iluminar el camino a quien está envuelto en las tinieblas de la noche. Sé que esta lucecita mía es bien pequeña, y quisiera hacer más, pero mi naturaleza no lo permite. El poco bien que hago, lo hago en silencio, sin vocearlo alrededor. ¡Que las personas juzguen quién de nosotros dos les es de mayor provecho!”. 
 

PREDICACIÓN EN GALILEA. LA MARGINACIÓN: EL LEPROSO. Mc 1,39-45.

(Mt 8,2-4; Lc 5,12-16) 
39Fue predicando por las sinagogas de ellos; por toda Galilea, y expulsando los demonios. 40Se le acercó un leproso y le suplicó de rodillas:
-Si quieres, puedes limpiarme.
41Conmovido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
-Quiero, queda limpio.
42  Al  momento se le quitó la lepra y quedó limpio. 43Reprimiéndolo, lo sacó fuera enseguida 44 y le dijo:
-¡Cuidado con decirle nada a nadie! Al contrario, ve a que te examine el sacerdote y ofrece por tu purificación lo que prescribió Moisés como prueba contra ellos.
45Pero él, al salir, se puso a proclamar y a divulgar el mensaje a más y mejor; en consecuencia, Jesús no podía ya entrar manifiestamente en ninguna ciudad; se quedaba fuera, en  despoblado, pero acudían a él de todas partes.


EXPLICACIÓN.
39-45. Episodio central de la sección: Actividad parecida a la de la sinagoga de Cafarnaún; normalmente, los sábados: anunciar la cercanía del reinado de Dios en toda Galilea, al pueblo que, por estar integrado en la institución (sinagogas), no sospechaba la existencia de una alternativa. Sigue la conexión entre proclamación y liberación de demonios (39). El leproso es el caso extremo y el prototipo de la marginación religiosa y social, impuesta por la Ley (Lv 13,45s). Al acercarse a Jesús está  violando la Ley. Si quieres, puedes, dicho de Dios en Sab 12,18 (40).  Conmovido, usado de Dios en el judaísmo (en el NT, sólo de Jesús): el amor de Dios por los hombres, manifestado en Jesús. Él no reconoce marginación alguna; la establecida por la Ley no corresponde a lo que Dios es y quiere: el reinado de Dios no excluye a nadie de la salvación. Viola la ley, tocando al leproso (41). Es pronto para divulgar un mensaje tan radical, la invalidez de la ley de lo puro/impuro y la Igualdad de todos los hombres ante el Reino. Los ritos impuestos por Moisés (no por Dios; cf Lv 14,1-32) demuestran la dureza de aquel pueblo (como prueba contra ellos, cf Dt 31,26) (42-44). Desobediencia del hombre. En consecuencia, Jesús queda marginado, pero aumenta el  concurso de gente (45). Se abre así el Reino a todos los excluidos como Impuros por la Ley judía, incluidos los paganos. 
En la perícopa del leproso, después de haberlo curado, Jesús «le regañó y lo sacó fuera en seguida diciéndole: "Mira, no digas nada a nadie. Ve, en cambio, a que te examine el sacerdote y ofrece por tu purificación lo que prescribió Moisés como prueba contra ellos". El, cuando salió, se puso a proclamar y a divulgar el mensaje a más y mejor». 

¿Qué motivo puede haber para que Jesús regañe al antes leproso?, ¿qué significa «lo sacó fuera», si no se dice que estuvieran dentro de un local? El lenguaje es figurado: Jesús lo saca fuera de la mentalidad y doctrina de la sinagoga o institución judía, según la cual la marginación que había sufrido era justa y querida por Dios. Lo que merecía el reproche de Jesús al leproso era que había creído la doctrina de que Dios lo rechazaba y que los hombres tenían derecho a hacerlo, el haber aceptado y justificado su marginación.
 Por eso Jesús le prohíbe hablar hasta que no se haya liberado interiormente de su falsa creencia, hasta que no esté convencido de la injusticia de la institución que lo marginaba. Para ello le hace ver
las severas y onerosas condiciones que exigía la institución para readmitirlo, al mismo tiempo que atribuye esa prescripción a Moisés y no a Dios y subraya que Moisés mismo demostraba con ella la falta de corazón del pueblo (“como prueba contra ellos») (Mc 1,44). 

No le bastaba, pues, a Jesús haber liberado al leproso/marginado de su tara; el hombre tenía que liberarse interiormente, y para ello comprender la injusticia de su situación anterior, e identificar a su opresor, la institución religiosa. Si hubiera hablado sin estar convencido de esto, habría elogiado simplemente la bondad de Jesús en su caso particular; sin embargo, «cuando salió» (éxodo) de esa falsa mentalidad, sí comprendió «el mensaje» contenido en la acción de Jesús y «se puso a proclamarlo»: que Dios no tolera la marginación y que ésta no puede nunca justificarse apelando a él. Este mensaje ponía en cuestión los principios teológicos de la sociedad judía. Esta actitud ante la marginación hace de Jesús mismo un marginado (Mc 1,45).

martes, 6 de enero de 2015

CONFIRMACIÓN 7. MI SÉPTIMA CATEQUESIS.

EL TEMPLO DE DIOS.

(ANTHONY DE MELLO)
El maestro estaba de un talante comunicativo, y por eso sus discípulos trataron de que les hiciera saber las fases por las que había pasado en su búsqueda de la divinidad.
“Primero, Dios me condujo de la mano al País de la Acción, donde permanecí una serie de años.”
“Luego volvió y me condujo al País de la Aflicción, y allí viví hasta que mi corazón quedó purificado de todo afecto desordenado”.
“Pasado un tiempo me vi en el País del Amor, cuyas ardientes llamas consumieron cuanto quedaba de mi egoísmo. Tras todo ello, accedí al País del Silencio, donde se desvelaron ante mis asombrados ojos los misterios de la vida y de la muerte.”
“¿Y fue ésta la fase final de tu búsqueda?” le preguntaron los discípulos.
“No”, respondió el Maestro.
“Un día dijo Dios: Hoy voy a llevarte al santuario más escondido del Templo, al “mismo corazón de Dios”, Y fui conducido al País de la Alegría.” 








I. PRÓLOGO: EL DESIGNIO CREADOR (Jn 1,1-18).

1.Al principio ya existía la Palabra y la palabra se dirigía a Dios y la Palabra era Dios.
2. Ella al principio se dirigía a Dios.
3. Mediante ella existió todo, sin ella no existió cosa alguna de lo que existe.
4. Ella contenía vida y la vida era la luz del hombre:
5. esa luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la ha apagado.
 

COMENTARIO

Prólogo. Puede llamarse también síntesis introductoria o profesión de fe de la comunidad de Juan, que, en 1,14-16 (nosotros), habla de su experiencia cristiana, fruto de la actividad de Jesús. El prólogo resume en pocos trazos la realización del proyecto creador de Dios, que abre una época nueva en la historia humana. Por una parte, da claves de interpretación para el resto del Evangelio; por otra, sólo se puede penetrar su profundidad conociendo la obra de Jesús narrada después.
Introducción (1-2).El término griego logos sintetiza dos conceptos del AT: el de palabra/potencia creadora (Gn 1) y el de sabiduría creadora (Prov 8,22-24.27; Eclo 1,1.4-6.9; Sab 8,4; 9,1.9; Sal 104,24). El logos o Palabra formula el proyecto de Dios (sabiduría), que existe antes de la creación y la guía, y, en cuanto potencia, lo realiza. En v.1, la Palabra representa el proyecto formulado, cuyo contenido está expresado en 1c: la Palabra era Dios o, ateniéndonos al significado de la Palabra en este pasaje: un Dios era el proyecto. Este consistía, por tanto, en que el hombre tuviese condición divina, que fuese igual a Dios. El proyecto es la palabra divina absoluta y relativiza todas las demás palabras, en particular, las de la antigua Ley: a las diez palabras (decálogo) se opone la única palabra que las sustituye. Paralelamente, todos los ideales humanos propuestos en la antigua alianza quedan superados al conocerse en Jesús el verdadero proyecto de Dios sobre el hombre. Este proyecto, concebido en la mente divina, es personificado por Jn, quien lo presenta como el interlocutor de Dios. Expresa con esta especie de soliloquio divino (el proyecto se dirigía/interpelaba a Dios) una urgencia: la del amor de Dios por realizarlo.


La antigua humanidad. El rechazo del proyecto de Dios (3-10). Existe la actividad creadora del proyecto/palabra, que se traduce en comunicar la vida que contiene. Vida (= plenitud de vida), se opone a la existencia que no merece ese nombre; la plenitud de vida es la luz, la verdad del hombre (4). Consecuencia: no existe una verdad anterior a la vida ni independiente de ella: no hay más verdad que el esplendor de la vida misma; la aspiración a la vida plena guía al hombre, y la experiencia de ella le va descubriendo la verdad. Es decir, la verdad es la vida misma en cuanto se puede conocer, experimentar y formular. Donde hay vida, hay verdad; donde no hay vida, no hay verdad.


La luz/vida tiene un enemigo, la tiniebla, que pretende extinguir la luz (5). Es una entidad activa y maléfica: a la luz/vida se opone la tiniebla/muerte. La tiniebla aparece después de la luz (no como en Gn 1); es decir, la aspiración a la vida es componente del ser del hombre, por ser la vida el contenido del proyecto creador, del que el hombre es resultado. La tiniebla no se opone a la vida en sí misma, sino a la luz/verdad, a la vida en cuanto puede ser conocida. Es una antiverdad, una falsa ideología (8,44: la mentira) que, al ser aceptada, ciega al hombre, impidiéndole conocer el proyecto creador, expresión del amor de Dios por él, y sofocando su aspiración a la plenitud.


A pesar del esfuerzo por extinguirla, la vida/luz sirve de orientación y de meta a la humanidad. El hombre puede comprender qué significa una vida plenamente humana y a ella ha aspirado siempre, aun cuando por culpa de otros hombres tuviera que vivir sometido a una condición inhumana. Los dominados por la tiniebla son muertos en vida.