sábado, 29 de octubre de 2016

MI VIGÉSIMO PRIMERA CATEQUESIS DE CONFIRMACIÓN.

LA ORACIÓN DE LA RANA 10. ANTHONY DE MELLO.
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            Una anciana mujer, verdadera entusiasta de la jardinería, afirmaba que no creía en absoluto en ciertas predicciones que auguraban que algún día lograrían los científicos controlar el tiempo atmosférico. Según ella, lo único que hacía falta para controlar el tiempo era la oración.


             Pero un verano, mientras ella se encontraba de viaje por el extranjero, la sequía azotó el país y arruinó por completo su precioso jardín. Cuando regresó, se sintió tan trastornada que cambió de religión.



             Debería haber cambiado sus estúpidas creencias.



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LA EXPOSICIÓN DEL MENSAJE: EL PARALÍTICO. Mc 2,1-13.
(Mt 9,2-8; Lc 5,17-26)
2 1Entró de nuevo en Cafarnaún y, pasados unos días se supo que estaba en casa. 2 Se congregaron tantos que ya no se cabía ni a la puerta, y él les exponía el mensaje.
3Llegaron llevándole un paralítico transportado entre cuatro. 4Como no podían acercárselo por causa de la multitud, levantaron el techo del lugar donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico.
5Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico:
-Hijo, se te perdonan tus pecados.
6Pero estaban sentados allí unos letrados y empezaron a razonar en su interior:
7¿Cómo habla éste así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios solo?
8Jesús, intuyendo cómo razonaban dentro de ellos, les dijo al momento:      
-¿Por qué razonáis así? 9¿Qué es más fácil, decirle al paralítico «se te perdonan tus pecados» o decirle «levántate, carga con tu camilla y echa a andar»? 1OPues para que veáis que el Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados... -le dice al paralítico:
11-A ti te digo: Levántate, carga con tu camilla y márchate a tu casa.
12Se levantó, cargó en seguida con la camilla y salió a la vista de todos. Todos se quedaron atónitos y alababan a Dios diciendo:
-Nunca hemos visto cosa igual.
13Salió esta vez a la orilla del mar. Toda la multitud fue acudiendo a donde estaba él, y se puso a enseñarles. 

EXPLICACIÓN.


1-17. Triptico. a) (2,1-13). Jesús vuelve sin publicidad a Cafarnaún (cf. v. 45). La casa (gr. oikos), figura de «la casa de Israel" (1). Gran concurso de gente. Jesús expone el mismo mensaje proclamado por el leproso curado (v. 45), la apertura universal del reinado de Dios (2). Se escenifica el mensaje en la curación del paralítico, figura de la humanidad fuera de Israel: ésta acude a «la casa de Israel» buscando su salvación en Jesús. El paralítico y sus portadores representan dos aspectos de esa humanidad: los cuatro portadores (alusión a los cuatro puntos cardinales, universalidad) manifiestan su anhelo de salvación; el paralítico, incapaz de valerse por sí mismo, su situación prácticamente de muerte (3). Rompen el cerco judío (4). Jesús ve la fe de los portadores (revelada en sus acciones), pero habla sólo al paralítico (prueba de la identidad de unos y otro). La fe o adhesión a Jesús y a su mensaje no sólo cancela el pasado de injusticia (5, cf. 1,4), sino que da vida (Espíritu, cf. 1,8) al hombre (12).

Jesús, el Hombre-Dios, ejerce en la tierra (universalidad) las funciones de Dios mismo (10). Los letrados allí sentados (6) representan la doctrina teológica oficial, que domina aún la mente de los presentes; se resisten a aceptar que un hombre pueda actuar como Dios (7); el Hombre, el que posee la plenitud del Espíritu de Dios (1,10) (8-10).

 Contacto del Reino con los paganos, no para derrotarlos (mesianismo davídico), sino para darles vida. La humanidad no judía no tiene que incorporarse a Israel (oposición entre en casa, v. 1, y tu casa, v. 11). La gente no sólo queda admirada (12), sino que acepta este mensaje de Jesús y vuelve a escuchar su enseñanza. El mar, apertura al mundo pagano (13, cf. 1,16).

domingo, 9 de octubre de 2016

MI VIGÉSIMA CATEQUESIS DE CONFIRMACIÓN.

¿HAS OÍDO EL CANTO DE ESE PÁJARO?
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ANTHONY DE MELLO.
Los hindúes han creado una encantadora imagen para describir la relación entre Dios y su creación. Dios “danza” su Creación. Él es su bailarín; su Creación es la danza. La danza es diferente del bailarín; y, sin embargo, no tiene existencia posible con independencia de Él. No es algo que se pueda encerrar en una caja y llevárselo a casa. En el momento en que el bailarín se detiene, la danza deja de existir.

En su búsqueda de Dios, el hombre piensa demasiado, reflexiona demasiado, habla demasiado. Incluso cuando contempla esta danza que llamamos Creación, está todo el tiempo pensando, hablando (consigo mismo o con los demás), reflexionando, analizando, filosofando. Palabras, palabras, palabras… Ruido, ruido, ruido…

Guarda silencio y mira la danza. Sencillamente, mira: una estrella, una flor, una hoja marchita, un pájaro, una piedra… Cualquier fragmento de la danza sirve. Mira. Escucha. Huele. Toca. Saborea. Y seguramente no tardarás en verle a él, al bailarín en persona.

El discípulo se quejaba constantemente a su Maestro Zen: “No haces más que ocultarme el secreto último del Zen”. Y se resistía a creer la consiguientes negativas del Maestro.

Un día, el Maestro se lo llevó a pasear con él por el monte. Mientras paseaban, oyeron cantar a un pájaro.

“¿Has oído el canto de ese pájaro”?, le preguntó el Maestro.
“Sí”, respondió el discípulo.
“Bien”; ahora ya sabes que no te he estado ocultando nada”.
“Sí”, asintió el discípulo.

Si realmente has oído cantar a un pájaro, si realmente has visto un árbol; deberías saber (más allá de las palabras y los conceptos).

¿Qué dices? ¿Qué has oído cantar a docenas de pájaros y has visto centenares de árboles? Ya. Pero lo que has visto ¿era el árbol o su descripción? Cuando miras un árbol y ves un árbol, no has visto realmente el árbol. Cuando miras un árbol y ves un milagro, entonces, por fin, has visto un árbol. ¿Alguna vez tu corazón se ha llenado de muda admiración cuando has oído el canto de un pájaro?

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La explotación del pueblo y la alternativa de Jesús.
(Jn 9,39-10,9)
9, 39. Añadió Jesús:
-Yo he venido a abrir un proceso contra el orden este; así, los que no ven, verán, y los que ven, quedarán ciegos.
40. Se enteraron de esto aquellos fariseos que habían estado con él, y le preguntaron:
-¿Es que también nosotros somos ciegos?
41. Les contestó Jesús:
-Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís que veis, vuestro pecado persiste.
10, 1. Sí, os lo aseguro: Quien no entra por la puerta en el recinto de las ovejas, sino trepando por otro lado, ése es un ladrón y un bandido.
2. Quien entra por la puerta es pastor de las ovejas;
3. a ése le abre el portero y las ovejas oyen su voz. A las ovejas propias las llama por su nombre y las va sacando;
4. cuando ha echado fuera a todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz.
5. A un extraño, en cambio, no lo seguirán, huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
6. Esta semejanza les puso Jesús, pero ellos no entendieron a qué se refería.
7. Entonces añadió Jesús:
-Pues sí, os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
8. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos, pero las ovejas no les han hecho caso.
9. Yo soy la puerta, el que entre por mi quedará a salvo, podrá entrar y salir y encontrará pastos.
EXPLICACIÓN.
No es misión de Jesús juzgar a la humanidad (3,17; 12,47), pero su presencia y actividad denuncian el modo de obrar del orden opresor (7,7; 8,23) y abren un proceso contra él (39): quienes estén por la liberación y la vida se pondrán de parte de Jesús. Se van a trastornar las situaciones establecidas (los que no ven, verán, etc.): los que nunca han podido conocer, como el ciego, experimentarán la acción/amor de Dios, y conocerán. Los que podían conocer, pero engañaban con una falsa doctrina, al consumar su rechazo de Jesús perderán para siempre la luz de la vida.
Los fariseos (40), jueces del ciego (9,13): pregunta irónica, con incredulidad y autosuficiencia: los que poseen el conocimiento basado en la Ley tienen la luz y nunca podrán perderla. Jesús los coge con su misma afirmación (41): no es pecado ser ciego (cf 9,3), sino serlo voluntariamente, rechazar la evidencia, como han hecho ellos (9,16.24). Además, imponen su mentira como verdad (cf. Is 5,20). Doble mala fe. Ejercen la opresión con plena conciencia de lo que hacen. Se obstinan en su mentira (vuestro pecado persiste; cf 8,23).
De nuevo el tema de las ovejas/pueblo (10,1; cf. 2,15; 5,2). Hay un solo modo legítimo de acercarse al pueblo, abiertamente y con sinceridad; el disimulo o la ocultación delatan al explotador (cf. 12,6: Judas; 2,13ss) y violento (18,40: Barrabás). Los dirigentes son explotadores que usan la violencia para someter al pueblo manteniéndolo en un estado de miseria.
A los ladrones y bandidos se opone el pastor (2), figura mesiánica (Ez 34,11s.15) que Jesús se aplica; es el único que tiene derecho a entrar (le abre); la autoridad que se arrogan los dirigentes es ilegítima. El pastor propone un mensaje de liberación (3: la voz) y saca al pueblo de la institución judía (éxodo, cf. 2,16), librándolo de la muerte. El pueblo no podía salir solo, porque no había alternativa (4). Conocimiento y relación personal con cada uno (las llama por su nombre). La voz de los dirigentes (los extraños) anuncia explotación y violencia (5). No entienden (cf 8,43) (6).

Jesús, la puerta (7): sólo asumiendo su actitud se puede uno acercar legítimamente al pueblo. Hasta ahora, sus líderes han usado siempre el dominio y la violencia para explotarlo (8). El pueblo no los sigue; está sometido por el miedo (7,13; 9,22). Para el individuo, entrar por esta puerta (9) significa dar la adhesión a Jesús y asimilarse a él en la entrega por el bien del hombre; quedará a salvo, porque él da la vida definitiva (3,15s; 5,21.24.40; 6,17.40.51.54; 7,37ss). Esta puerta se abre a la tierra de la vida, del amor leal; el hombre quedará libre de la explotación. Jesús es la alternativa al orden injusto, crea el ámbito de la libertad y de la vida/amor; punto de llegada de su éxodo. Podrá entrar y salir, actividad, libertad de movimientos; encontrará pastos, cf. 6,34: nunca pasará hambre: él mismo es el pan de vida.

martes, 4 de octubre de 2016

MI DÉCIMO NOVENA CATEQUESIS DE CONFIRMACIÓN.

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ANTHONY DE MELLO.

La mujer dejó en el suelo su cántaro de agua y marchó a la ciudad. Y dijo a la gente: "Venid y veréis al hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será el Mesías?".

Cristiano:

¡Qué lección, la de la samaritana...!
No dio respuestas. Se limitó a hacer una pregunta y a dejar que los demás encontraran la respuesta por sí solos. Y eso que tuvo que sentir la tentación de dar la respuesta, después de haber oído de tus propios labios: "Yo soy el Mesías, el que te está hablando".

Y fueron muchos los que se hicieron discípulos tras escuchar sus palabras. Y le dijeron a la mujer: "No creemos por lo que tú has dicho, sino porque nosotros mismos le hemos oído a Él, y sabemos que Él es realmente el Salvador del mundo".

Me he contentado con saber acerca de Ti de segunda mano, Señor. De las Escrituras y de los santos; de Papas y predicadores...
Me habría gustado poderles decir a todos ellos: "No creo por lo que vosotros habéis dicho, sino porque yo mismo le he escuchado a Él".

VIDA.

No existe en Mt, Lc y Jn un término abstracto para designar la vida física. El gr. Psykhê es un concreto que denota al individuo humano en cuanto vivo y consciente; de ahí que a menudo equivalga en el uso al pronombre reflexivo (Mc 8,35; Jn 10, 11.15.17.24; 12,25.27; 13,37s; 15,13).
La psykhê aparece como objeto de entrega, significando que el hombre se entrega o entrega la propia vida (Mc 10,45; Jn 10,11.15.17; 15,13). Todo discípulo ha de estar dispuesto a arriesgar la propia vida en medio del mundo hostil, así se conserva él mismo para una vida definitiva (=salvación, Mc 8,35; Mt 10,39; Jn 12,25).
Paradójicamente, la entrega de sí mismo hace que el hombre se recobre con una nueva calidad de vida (Jn 10,17; 12,25). La entrega, que es total, no es un acto único y final, se realiza en cada circunstancia (Jn 10,11.15ss: “me entrego”, presente). “Entregarse” o “morir” (Jn 12,24) significan el don total de sí a que lleva continuamente la exigencia del amor (el Espíritu); la experiencia de “recobrar la vida” se verifica también en cada ocasión; al entregarse, el hombre vuelve a encontrarse con su nueva identidad de hijo de Dios: la entrega propia del amor gratuito lo hace semejante al Padre.
La capacidad de entregarse o entregar la propia vida supone ser dueño de ella (10,18), lo mismo en Jesús que en el discípulo. La entrega es condición para el fruto (Jn 12,24).
En Mt, Mc y Jn, el término gr. Zôê significa no simplemente “vida” sino “vida definitiva” (Mt 19,16s), no sujeta a la muerte, lleve o no el adjetivo (Mt7,14; 18,8s; 19,29; 25,46). En Lc, si no va calificado, significa la existencia terrena (12,15; 16,25; “vida definitiva” en 10,25; 18,18). “Vida definitiva” = Salvación, Reino, etapa final del Reino. El judío la obtiene practicando el amor al prójimo (Mt 19,16-19); lo mismo el pagano (25,34-36; Lc 10,15-28).
a) El Espíritu, la fuerza de amor del Padre, comunica vida definitiva (Jn 6,63; 4,14; 7,37-39); es el nuevo principio vital que el Padre infunde por medio de Jesús (5,21; 19,30; 20,22; 19,34). ( Espíritu sinónimo de Amor). Recibir la vida definitiva equivale a un nuevo nacimiento (3,3.5.6), a “nacer de Dios” (1,13).
b) La condición para recibir la vida y poseerla es la adhesión a Jesús en su calidad de Hombre levantado en alto, es decir, de hombre que da su vida para salvar a los hombres de la muerte (3,14s), y de Hijo único de Dios, el don que prueba el amor de Dios a la humanidad (3,16). En otras palabras, la condición es reconocer el amor de Dios expresado en la muerte de Jesús y, viendo en él el modelo de Hombre, tomar ese amor por norma de la propia vida (13,34).
c) Para el hombre, la única luz o verdad es la vida misma (Jn ,1,4), el esplendor de la vida. Se deduce que Jesús no viene a revelar una verdad independiente de la vida; revela la verdad comunicando vida, cuya experiencia y evidencia constituyen la verdad.

d) La vida definitiva es aquella que, por su calidad, supera la muerte física (8,51). Al hacer suyo el mensaje de Jesús, el hombre pasa de la muerte a la vida (5,24). Este paso explica que quien ha recibido la vida por la adhesión a Jesús no esté sujeto a juicio (3,18; 5,24). La permanencia de la vida a través de la muerte es lo que se llama “resurrección” (11,25s).